Teatros anatómicos
por Gustavo Gabriel Otero
BUENOS AIRES 18 luglio 2023 - Con alta calidad musical y una puesta en escena adecuada retornó a la sala del Teatro The Rake’s Progress, de Igor Stravinskij
Charles Dutoit condujo con mano segura a la Orquesta Estable logrando extraer lo mejor de cada uno de sus miembros. Supo cuidar el balance entre el foso y la escena y obtener las texturas tímbricas adecuadas en cada momento de la partitura.
Para el brillante resultado musical se obtuvo el concurso de cantantes que fueron casi perfectos para sus roles y con la experta mano del maestro Dutoit se los notaba seguros y compenetrados.
En el protagónico el tenor Ben Bliss mostró su bello color vocal, la amplitud de su registro y su eficacia interpretativa. Christopher Purves conjugó como Nick Shadow eficacia escénica y perfección vocal. Andrea Carroll fue Anne Trulove, su belleza de timbre y su perfecta emisión resultaron ideales para el rol.
Una noche de verdadero triunfo para los tres protagonistas principales.
Patricia Bardon sólo fue una correcta Baba the Turk, de la cual se esperaba mucho más a juzgar por su historial y su carrera.
Los locales aportaron profesionalismo y calidad al elenco. Así Hernán Iturralde fue impecable en la personificación de Trulove. Alejandra Malvino brindó toda su experiencia al componer a Mother Goose. Darío Schmunck (Sellem) aportó su calidad vocal y su seguridad mientras que Alejandro Spies en el breve rol de un guardián de manicomio demostró, nuevamente, sus buenas condiciones vocales.
El coro estable, preparado por Miguel Ángel Martínez, tuvo una noche impecable.
La puesta Alfredo Arias se desarrolló en un único marco escénico que evoca los “teatros anatómicos” de las facultades de medicina de hace unos siglos. Aquí Ton Rakewell es el objeto de estudio. La idea a priori era razonable pero con el correr de la noche el escenario fijo resultó tedioso e incapaz de ubicar en tiempo y espacio los ocho lugares diferentes en los que se desenvuelve la acción.
No obstante Alfredo Arias fue muy prolijo en la marcación actoral que fue llevada a cabo por solistas, coro y figurantes de la mejor manera. Solo cabe preguntarse si era necesario colocar sobre la escena a tanta cantidad de figurantes.
Magnífica la escenografía pensada por Julia Freid en acuerdo con Alfredo Arias y de resaltar el gran trabajo de los artesanos del Teatro Colón que llevaron a la escena este teatro anatómico con sus gradas en madera lustrada, ventanas, puertas, la gran claraboya y la mesa de mármol; todo de una factura impecable.
Ecléctico y refinado el vestuario de Julio Suárez, que conjuga elementos de época con trajes actuales.
Correcta la iluminación de Matías Sendón, con varios cambios de climas pero que no ayudaron a superar el tedio de una puesta monocorde.