A la sombra del Toro
por Gustavo Gabriel Otero
Buenos Aires, 20/07/2024 - El Teatro Colón de Buenos Aires presentó ocho funciones de Carmen de Bizet en las que presentó la ya clásica visión de Calixto Bieito -originalmente estrenada en el Festival Castell de Peralada en agosto de 1999- como novedad para la Argentina. Se alternaron tres protagonistas femeninas, mientras que en el resto de los roles ofreció dos elencos: uno para las funciones de abono y otro para las funciones extraordinarias. En esta última representación de los elencos de los abonos cantaron dos artistas italianos, un español y el resto artistas locales o de actuación continuada en el medio bonaerense, en una más que interesante noche de ópera.
La joven mezzosoprano italiana Francesca Di Sauro en su segunda incursión en el protagónico -su primera vez fue el año pasado en un Festival en Austria- demostró su ascendente carrera, su sólida preparación y sus innegables condiciones. Si Carmen tiene la energía y belleza de su juventud, pero a la vez una suficiente madurez vocal para encararlo con potencia, con sutilezas, con estilo. No fuerza su instrumento en ningún momento, su registro homogéneo es de bellísimo color, tiene una depurada línea de canto y buen volumen para una sala de las dimensiones del Colón. Su francés cantado es muy bueno y razonable el hablado.
El tenor italiano Leonardo Caimi no decepciona como Don José, conoce el personaje, que ha cantado en muchísimas ocasiones, y puede dotarlo de algunas sutilezas, medias voces y agudos en perfecto estilo francés como en la esperada Canción de la Flor. Con bello color con tintes baritonales, buena llegada al agudo y adecuado caudal, dio vida al torturado personaje. Su francés cantado es bueno y comprensible y hablado es razonable para un intérprete de habla italiana.
El bajo Simón Orfila, nacido en Alaior, Menorca, España, a la par de excelente presencia escénica para el torero Escamillo exhibió buen caudal y adecuada proyección. En un rol con demasiadas dificultades que hacen trastabillar a bajos y a barítonos, Orfila logra salir airoso por su profesionalidad, conocimiento de la parte y calidad vocal.
La argentina Jaquelina Livieri, de más que interesante carrera internacional, repitió con esta Micaela su triunfo del título anterior en el Teatro Colón con su Liu. Con su habitual profesionalidad, compromiso y entrega, logró descollar en el rol a su cargo.
Tanto Daniela Prado como Laura Polverini (Mercedes y Frasquita) demostraron que están preparadas para roles de mayor enjundia, tanto por la evidente calidad vocal como por presencia escénica y compromiso actoral.
En el rol mudo -aunque se extrapolan en varios sitios absurdos gritos- de Lillas Pastia, Iván García siguió a pie juntillas las marcaciones actorales de esta puesta en la cual adquiere protagonismo a la largo de todos los actos.
Los Coros de adultos se escucharon preparados con esmerada corrección por Miguel Martínez a la vez que el de niños, que prepara Helena Cánepa, puso su cuota de frescura. Correcto sin más y con algún endeble francés el resto del elenco.
La Orquesta Estable del Colón dirigida por Kakhi Solomnishvili realizó una muy buena faena sin estridencias y sin pifias. Quizás faltó algo de vuelo y algunos tiempos un poco más ágiles, pero fue una versión prolija y ajustada.
El paso del tiempo desgastó probablemente las clásicas provocaciones de Calixto Bieito en su concepción y hoy la puesta luce razonable con un interesante movimiento escénico de cantantes y coro. La ubicación temporal en torno a los años del final del Franquismo permite explorar una España de postal ya antigua con sus corridas de toros, mujeres que van a la playa, militares autoritarios y proxenetas varios. El planteo dramático es austero, con algunos elementos caprichosos o completamente innecesarios para la acción pero que en definitiva no molestan ni distraen. Con todo lo mejor es el cuarto acto con la marcación del coro y el dúo final que asemeja una corrida de toros.
La versión musical es la que siempre se utiliza en esta puesta que está por cumplir 25 años y que contiene diálogos, pero extremadamente amputados, con algunos cortes en la música y hasta resabios de recitativos. la versión musical que convenía a Bieito para su puesta en escena sin respetar en nada al compositor.
La concepción de Bieito fue bien repuesta por Yves Lenoir. La escenografía de Alfons Flores, ya vista a lo largo y ancho del mundo lírico, es simple: en el primer acto un mástil con la bandera española junto a una cabina telefónica, en el segundo un automóvil, en el tercero se ve el Toro que usa como símbolo la marca Osborne junto a casi destartalados automóviles, menos que en otras reposiciones; mientras que en el cuarto se ve simplemente el ciclorama y se marca un ruedo taurino en el suelo.
Muy apropiada al concepto de la puesta la iluminación de Alberto Rodríguez Vega y en perfecto estilo y época el vestuario de Mercè Paloma.
Buenos Aires, 20/07/2024. Teatro Colón. Georges Bizet: Carmen. Ópera en cuatro actos, libreto de Henri Meilac y Ludovic Halévy, inspirado en la novela de Prosper Mérimée. Calixto Bieito, dirección escénica. Yves Lenoir, repositor de la puesta en escena. Alfons Flores, escenografía. Mercè Paloma, vestuario. Alberto Rodríguez Vega, iluminación. Coproducción original del Gran Teatre del Liceu con la Fondazione Teatro Regio di Torino, la Fondazione Teatro Massino di Palermo y La Fondazione Teatro la Fenice de Venezia. Francesca Di Sauro (Carmen), Leonardo Caimi (Don José), Jaquelina Livieri (Micaela), Simón Orfila (Escamillo), Laura Polverini (Frasquita), Daniela Prado (Mercedes), Sebastian Klastornick (Dancairo), Pablo Truchljak (Remendado), Felipe Carelli (Morales), Cristian De Marco (Zúñiga), Iván García (Lillas Pastia). Orquesta, Coro Estable y Coro de niños del Teatro Colón. Director del Coro: Miguel Martínez. Directora del Coro de Niños: Helena Cánepa. Dirección Musical: Kakhi Solomnishvili