La mora e la bionda
di José Noé Mercado
La verbena de la paloma in scena a Città del Messico con il Solistas Ensamble
CITTA' del MESSICO, 18 marzo 2016 - Un autentico successo, con il pubblico ad affollare la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes lo scorso 18 marzo, è stato quello raccolto dalla proposta della zarzuela La verbena de la paloma o El boticario y las chulapas y los celos mal reprimidos di Tomás Bretón, messa in scena dal gruppo Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Con questo apprezzato esempio del cosiddetto género chico (letteralmente, farsa lirica in un atto), che due giorni prima avevano interpretato all'Auditorio de la Biblioteca Vasconcelos, il Solistas Ensamble ha chiuso la sua prima stagione 2016.
Si è trattato di una recita animata dallo spirito della trama, dall'evidente affiatamento scenico del gruppo e da una interpretazione generosa che, se tecnicamente poteva mostrare qualche pecca, nell'insieme si è tradotta in una successione di scene deliziose e comicamente irresistibili.
La sicurezza, l'impegno degli interpreti e l'assenza di pose e pretese sono stati la chiave dello spettacolo, così come la buona resa vocale della maggior parte dei protagonisti.
Il tenore Ángel Ruz ha offerto un canto luminoso e una interpretazione giocosa del libertino Don Hilarión e ha trovato buoni complici comici nel Don Sebastián di Iván Juárez, nel geloso Julián de Édgar Gil e la Seña Rita di Graciela Díaz Alatriste.
L'attraente panorama femminile, non solo per la gola di Don Hilarión, comprendeva la Susana del soprano Violeta Dávalos e la Casta del mezzosoprano Itia Domínguez. La mora e la bionda, come dicono le coplas, figlie del popolo di Madrid.
Dávalos con la pienezza dei suoi mezzi vocali, con l'esperienza nei segreti dell'opera, dell'operetta e della zarzuela, che ha frequentato con successo. Domínguez con una presenza appariscente e accattivante, che suscita sospiri, con una voce bella e morbida, senza tensioni, dal timbro dolce. Entrambe divertendosi nei rispettivi ruoli nella farsa.
Altri solisti hanno contribuito a una solida cornice per uno sviluppo fluido ed efficace della trama, della verbena [la Verbena de la Paloma è una festa madrileña in onore della Vergine Maria durante la quale si svolge la vicenda ndr.]. Vi si sono recati il basso Luis Rodarte, un oste e giocatore professionista, se possibile, il portiere Mauricio Esquivel, il garzone — e ballerino come Rodarte e Ricardo Galindo— di Óscar Velázquez, la Teresa, insolente vicina, di Ángeles Arévalo, la popolana Grace Echauri, il popolano dal passo svelto e sigaro in mano di Mario Hoyos, fra gli altri personaggi dello spettacolo, oltre ai ballerini Ruth Chávez, Inés López, Lucía Méndez y Óscar Cruz.
AHanno contribuito al piano Eric Fernández; alla chitarra flamenca Gerardo Matamoros, con il direttore ospite José Luis Bustillos e la messa in scena di Fernando Gómez Pintel, che, sebbene non abbia caratterizzato nel dettaglio ciascuno dei personaggi e e gli interpreti abbiano messo del loro per definirli come tipi e figure, ha favorito il clima composito della verbena. Non ha ostacolato la festa e la sua comicità.
Una morena y una rubia
por José Noé Mercado
La verbena de la paloma con Solistas Ensamble
Ciudad de México, 18 marzo 2016 - Un verdadero éxito, ante el público que llenó la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes el pasado 18 de marzo, fue el que obtuvo la presentación de la zarzuela La verbena de la paloma o El boticario y las chulapas y los celos mal reprimidos de Tomás Bretón, ofrecida por el grupo Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Con esta apreciada pieza del llamado género chico (en rigor, sainete lírico en un acto), que dos días antes habían interpretado en el Auditorio de la Biblioteca Vasconcelos, Solistas Ensamble dio cierre a su Primera Temporada 2016.
Se trató de una función fecundada por el buen humor de la trama, por una camaradería escénica que demostró el grupo, y por una interpretación donairosa que si técnicamente podría tener máculas, en conjunto se transformó en una sucesión de escenas deliciosas hasta la carcajada.
El desenfado, el empeño de los participantes y la ausencia de poses y falsas pretensiones, fueron clave, tanto como el buen desempeño vocal de la mayoría de los protagonistas.
El tenor Ángel Ruz ofreció un canto lucidor y una interpretación jocosa del rabo verde Don Hilarión y fue bien arropado en la farsa por el Don Sebastián de Iván Juárez, el celoso Julián de Édgar Gil y la Seña Rita de Graciela Díaz Alatriste.
El atractivo visual femenino, no sólo para gozo de Don Hilarión, correspondió a la Susana de la soprano Violeta Dávalos y a la Casta de la mezzosoprano Itia Domínguez. Una morena y otra rubia, como presumen las coplas, hijas del pueblo de Madrid.
Dávalos en plenitud vocal, con la experiencia de conocer los secretos para incursionar con éxito en numerosos montajes de ópera, opereta y zarzuela. Domínguez con una presencia despampanante y salerosa, arrancando suspiros, con una voz bella y melodiosa, sin estridencias, de dulce timbrado. Ambas divirtiéndose en sus papeles del sainete.
Algunos otros solistas aportaron un contexto sólido para la fluidez y buen desarrollo de la trama, de la verbena. Ahí andaban el bajo Luis Rodarte, un tabernero y tahúr profesional donde los haya, el portero Mauricio Esquivel, el mozo —tan bailarín como Rodarte y Ricardo Galindo— de Óscar Velázquez, la Teresa, chula y vecina de Ángeles Arévalo, la chulapa de Grace Echauri, el chulapo de finos pasos y puro en mano de Mario Hoyos, entre otros personajes de farándula, además de los bailaores Ruth Chávez, Inés López, Lucía Méndez y Óscar Cruz.
Desde el piano participó Eric Fernández; en la guitarra flamenca Gerardo Matamoros, con una dirección musical invitada de José Luis Bustillos y una puesta en escena de Fernando Gómez Pintel, que si bien no detalló a cada uno de los personajes y los intérpretes tuvieron que poner de su cosecha para sacarlos adelante en su trazo y confección, propició el ambiente conjunto de verbena. No impidió la fiesta y su comicidad.