Clasica Adriana
por Gustavo Gabriel Otero
El Teatro Colón de Buenos Aires inició su Temporada Lírica 2017 con una versión de buen nivel de Adriana Lecouvreur de Francesco Cilèa, que tambien no logrò enfervorizar completamente al público. Triunfo para Virginia Tola en el rol protagonico.
BUENOS AIRES, 14 de marzo, 2017 - El Teatro Colón de Buenos Aires inició su Temporada Lírica 2017 con una adecuada versión de Adriana Lecouvreur de Francesco Cilèa. No obstante el marco escénico suntuoso, la muy buena versión musical y el alto nivel de los cantantes involucrados, la versión -o quizás la obra- no lograron enfervorizar completamente al público.
Aníbal Lápiz al frente de la dirección escénica decidió, con buen tino, ubicar la acción en el tiempo y en espacio que indica la partitura, lo cual de por sí constituye un logro en una época mundial dónde ubicar las óperas en el situación marcada por los autores parece ser un pecado mortal.
Los movimientos actorales diseñados por Lápiz resultaron coherentes, con una marcación simple -ajustada al texto- pero sin llegar nunca al estatismo. El vestuario, también firmado por Lápiz, resultó de un lujo y belleza dignos de destacar así como lo fue la refinada confección de los mismos por parte de los talleres del Teatro Colón.
La escenografía de Christian Prego resultó fastuosa y funcional. Utilizó una estructura fija consistente en columnas y parte de un techo y en cada acto se le adicionaron fondos, telas, muebles y proyecciones para dar el marco a cada una de las escenas. Tanto en el primer acto como en el final del último por detrás se ve un teatro a la italiana, un gran ventanal con fondo de árboles se visualiza en el segundo y en el tercero un precioso telón que al levantarse muestra el pequeño teatro de los Príncipes de Bouillon con sus correspondientes escenografías para el ballet ‘El juicio de Paris’.
No más que correcta la coreografía de Lidia Segni y de muy buen nivel la iluminación de Rubén Conde con un detalle magistral: al final de la representación, cuando Adriana cree ser Melpómene antes de morir, se visualiza un teatro por detrás y se encienden a media luz las lámparas laterales de la sala del Colón formando un solo Teatro tanto por detrás como por delante.
Mario Perusso al frente de la Orquesta Estable aportó su veteranía y conocimiento del estilo para plasmar una versión con vuelo, adecuado ajuste y correcta relación entre el foso y la escena.
Virginia Tola fue una Adriana Lecouvreur de potentes acentos y convicción escénica. Belleza de timbre, seguridad, adecuada extensión y línea de canto inmaculada fueron evidentes en todo momento. En los últimos tiempos Tola cantó en Europa, Amelia de Un ballo in maschera, la Elisabetta de Don Carlo, Tosca, Abigaille de Nabucco, Maddalena en Andrea Chenier y Lady Macbeth en el Macbeth Verdiano; todos roles de alto requerimiento vocal y que seguramente ayudaron a la soprano a administrar, en este caso, con suma inteligencia sus recursos vocales durante toda la representación. Con todo fue una noche de triunfo en todo sentido para la artista argentina.
El tenor italiano Leonardo Caimi fue un Maurizio de voz potente y buen color que se afianzó a medida que avanzaba la representación. Se nota su buena escuela y su sólida preparación en un rol que combina heroísmo, pasión y delicadeza, que llevó adelante con profesionalidad y entrega.
La Princesa de Bouillon de Nadia Krasteva fue impactante tanto por su seguridad vocal como por su temperamento escénico y su volumen. El barítono italiano Alessandro Corbelli el rol de Michonnet dio una verdadera cátedra de canto, buen gusto y refinamiento expresivo.
El resto del elenco demuestra el celo y la sapiencia de quienes asignan en el Colón los roles comprimarios. Todos jóvenes cantantes de grandísima calidad que resultaron un verdadero lujo para esta producción. Así Fernando Radó fue un sólido Príncipe de Bouillon por su presencia, distinción, volumen y línea de canto y Sergio Spina se distinguió por su inteligente combinación de eficacia vocal y actoral en su Abate. Los comediantes interpretados por Fernando Grassi (Quinault), Patricio Olivera (Poisson), Oriana Favaro (Jouvenot) y Florencia Machado (Dangeville) se destacaron por su homogeneidad y aptitud vocal.
En sus brevísimas intervenciones no desentonaron Sebastán Russo (Mayordomo), así como el Coro Estable del Teatro Colón, que dirige Miguel Martínez.
foto Maximiliano Parpagnoli, Arnaldo Colombaroli. Gentileza Teatro Colón.
Buenos Aires, 14/03/2017. Teatro Colón. Francesco Cilèa: Adriana Lecouvreur. Ópera en cuatro actos. Libreto de Arturo Calautti, basado en el drama Adrienne Lecouvreur de Eugène Scribe y Ernest Legouvé. Aníbal Lápiz, dirección escénica y vestuario. Christian Prego, escenografía. Lidia Segni, coreografía. Rubén Conde, iluminación. Virginia Tola (Adriana Lecouvreur), Leonardo Caimi (Maurizio), Nadia Krasteva (Princesa de Bouillon), Alessandro Corbelli (Michonnet), Sergio Spìna (El Abate de Chazeuil), Fernando Radó (Príncipe de Bouillon), Fernando Grassi (Quinault), Patricio Olivera (Poisson), Oriana Favaro (Jouvenot), Florencia Machado (Dangeville), Sebastán Russo (Mayordomo). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Director del Coro Estable: Miguel Martínez. Dirección Musical: Mario Perusso.