El río helado del tiempo
por Gustavo Gabriel Otero
Buenos Aires, 31/08/2018 - El triángulo amoroso entre Pelléas, su hermano Golaud y la extraña Mélisande visto a través del prisma de la música de Claude Debussy ocupó la cartelera del Teatro Colón por quinta vez en los últimos sesenta años, aunque sólo pasaron siete de la última puesta en escena y, en principio, no se justifica, más allá del centenario de la muerte del autor, la vuelta al escenario tan pronto en un teatro que no pasa de los ocho títulos por temporada y más teniendo en cuenta la excelencia de las últimas tres reposiciones ocurridas en 1980, 1999 y 2011.
No obstante los ríos de tinta escritos a favor, la obra continúa sin estar entre las favoritas del público, la helada respuesta en el final de cada parte -sumado al notorio éxodo de gran parte de los espectadores de las localidades más caras- vuelve a demostrarlo a pesar de la valiosa versión orquestal, la excelencia de la parte visual, la corrección de la faz vocal y los cuidados pero no plenamente convincentes aspectos teatrales.
El maestro Enrique Arturo Diemecke a cargo de la concertación logró una versión refinada de la obra sin perjuicio de algunos momentos menos afortunados o alguna falta de sincronización.
Quizás el punto más alto fue la faz visual por la creatividad de los distintos marcos escénicos ideados por Nicolás Boni con el aporte de la iluminación de José Luis Fiorruccio, aunque lo teatral no estuvo a la misma altura. La idea original del fallecido Gustavo Tambascio se enfocó en dos aspectos principales que fueron respetados por la que resultó la directora escénica: el paso del tiempo y el acento sobre la figura de Golaud. El vestuario de Jesús Rui fue funcional a la idea rectora de la puesta y los movimientos escénicos de Susana Gómez no parecieron un aporte fundamental aunque nada resultó fuera de lugar o transgresor. El paso del tiempo con la ambientación en distintos momentos históricos de las escenas no molestó pero, finalmente, no aportó demasiado.
Con todo lo mejor fue el diseño escenográfico de Nicolás Boni por momentos casi cinematográfico con elementos corpóreos, proyecciones y velos, bruma, agua, oscuridad y una paleta de colores con recurrencia a los grises, los negros o el gris azulado en total concordancia con la música.
Verónica Cangemi en su primer acercamiento a Mélisande mostró profesionalidad y buena preparación mientras que Giuseppe Filianoti compuso en Pelléas de esmerada corrección.
El Golaud de David Maze fue centro de la acción conforme la puesta y el artista se destacó tanto por su canto como por su involucramiento escénico.
Con muy buen volumen pero con emisión afectada y no natural el rey Arkel de Lucass Debevec Mayer.
Muy en estilo Marianella Nervi Fadol como Yniold, un lujo Adriana Mastrángelo como Geneviève, Adecuado el médico de Alejo Laclau y con perfecta emisión Cristian De Marco en las pocas frases del pastor. Correcto el Coro Estable en sus breves intervenciones.
Prensa Teatro Colón /Máximo Parpagnoli. Prensa Teatro Colón / Arnaldo Colombaroli.
Teatro Colón. Claude Debussy: Pelléas et Mélisande. Ópera en cinco actos, libreto basado en el drama homónimo de Maurice Maeterlinck.Gustavo Tambascio (1948 – 2018), dirección original del proyecto, Susana Gómez, dirección escénica.Nicolás Boni, escenografía. Jesús Rui, vestuario. José Luis Fiorruccio, iluminación. Giuseppe Filianoti (Pelléas), Verónica Cangemi (Mélisande), David Maze (Golaud), Lucas Debevec Mayer (Arkel), Adriana Mastrangelo (Geneviève), Marianella Nervi Fadol (Yniold),Alejo Laclau (Médico), Cristian De Marco (Pastor). Orquesta y Coro Estable del Teatro Colón. Director del Coro: Miguel Fabián Martínez. Dirección Musical: Enrique Arturo Diemecke.