El triunfo del arte
por Gustavo Gabriel Otero
En su tercera visita a Buenos Aires la mezzosoprano norteamericana Joyce DiDonato ofreció un recital de altísima calidad con refinamiento expresivo, sin concesiones en su concepción y brillante en su ejecución.
Buenos Aires, 19/04/2016 - Las expectativas al ocupar una butaca en alguna de las funciones de las temporadas del Mozarteum Argentino son siempre altas pues en su glorioso historial la Institución ofreció y ofrece al público la más alta calidad en cuanto a orquestas, conjuntos instrumentales y solistas tanto instrumentales como vocales. Nuevamente una artista convocada por la entidad no defraudó.
En su tercera visita a Buenos Aires la mezzosoprano norteamericana Joyce DiDonato ofreció un recital de altísima calidad con refinamiento expresivo, sin concesiones en su concepción y brillante en su ejecución.
La artista planteó la primera parte del recital como un viaje por lugares exóticos para una persona nacida en Kansas. Así el aria "De España vengo" de la Zarzuela El niño Judío de Pablo Luna logró cautivar, aunque faltara algo de chispa española (‘salero’), por la belleza vocal de la mezzosoprano, por la cuidada dicción de nuestro idioma -que sin ser perfecta demostró la seriedad profesional y la contracción al estudio de la artista- y la garra expresiva. De la España pasó al exotismo oriental visto por Ravel con Shéhérazade, aquí DiDonato desplegó toda su calidad en resaltar cada matiz, cada inflexión y cada tonalidad de las evanescentes y sensuales páginas del gran compositor francés. De allí pasó a la mítica Babilonia descripta en Semiramide de Rossini. Así cerró la primera parte con "Bel raggio lusinghier", aria interpretada con refinamiento técnico, coloraturas perfectas e intencionalidad sin mácula.
La segunda parte se inició con Tres tonadillas de Enrique Granados vertidas con seguridad y calidad. Antológica su versión del más que conocido "Lascia ch'io pianga" interpretado con un sentimiento conmovedor, con variada y exquisita gama expresiva y con sobria perfección.
Al finalizar el aria de Händel se dirigió al público e inquirió si había estudiantes de canto en la sala. Al recibir la respuesta afirmativa indicó que les dedicaría las tres arias antiguas para canto y piano recopiladas por Alessandro Parisotti. Y que a pesar de ser piezas utilizadas para el estudio era muy importante volver a ellas. A los pocos momentos de iniciarse "Caro mio ben" de Giuseppe Giordani el pianista atacó frases rápidas y sincopadas a la manera del jazz. Y así en clave de jazz pasaron, también, "Se tu m’ami" de Pergolesi y "Star vicino" atribuida a Salvador Rosa, donde mostró su técnica impecable y su simpatía.
Cerró el recital a pura pirotecnia con una electrizante versión del "Tanti affetti in tal momento" de La donna del lago de Rossini.
Como expresamos a lo largo de la noche DiDonato mostró su calidad vocal, su comunicatividad, su simpatía, su carisma, su seducción y su belleza. A su lado fue un muy buen complemento el acompañamiento al piano de Craig Terry.
Ante el fervor del público ofreció tres propinas o bises: I love a piano de Irving Berlin vertida con ritmo y energía, una versión delicada e íntima de Morgen de Strauss, cantada pensando en la paz del mundo y el triunfo del arte y la exquisita Somewhere over the rainbow de Harold Arlen.