Terapia y guerra
por Gustavo Gabriel Otero
Una modernización mil veces utilizada y ideas infantiles marcan la concepción escénica de Dmitri Tcherniakov por Les Troyens, que así pierde toda su densidad, su poesía y su grandeza. Sin embargo, los aspectos musicales fueron de primer nivel.
París (Francia), 25/01/2019 - Solamente un teatro lírico de primer nivel en cuanto a capacidad de producción, nivel de la orquesta, coros y comprimarios puede poner en escena con dignidad la monumental Les Troyens de Hector Berlioz. Sin lugar a dudas la Ópera Nacional de París está entre los más importantes centros líricos del mundo en la actualidad y pudo presentar esta nueva puesta en escena, que presenciamos el día de su estreno, como una muestra de su gran capacidad artística, además de programarla por los 30 años de la inauguración de la Sala de La Bastilla, teatro al que acudieron los héroes de Virgilio en marzo de 1990 (como primer espectáculo lírico integral en la sala) y en octubre de 2006.
Los aspectos musicales fueron de primer nivel mientras que la concepción escénica de Dmitri Tcherniakov planteó una modernización mil veces utilizada en la primera parte (La prise de Troye) con una guerra contemporánea y una familia en el poder en manos de un militar dictador. Mientras que Cartago es convertida por Tcherniakov en un centro de rehabilitación de víctimas de guerra, con juegos de roles, terapias de grupo, yoga y Anna y Narbal como los principales cuidadores de los internados. Dido es una interna más que en una fiesta es declarada reina. Todo termina con el suicidio de Dido consumiendo barbitúricos. Una solución infantil para esta monumental obra que así pierde toda su densidad, su poesía y su grandeza. El público, en su gran mayoría, abucheó sonoramente a Tcherniakov por el maltrato escénico perpetrado contra una de las obras capitales del repertorio francés.
La planta escenográfica de la primera parte es monumental y muestra el poderío escénico y tecnológico de La Bastilla, así se puede ver una ciudad semi-destruida (en una Beirut casi reconocible) en la parte derecha del escenario y el salón principal del Dictador (Priámo) toda revestido de madera en el lado derecho. La mayoría de los movimientos se desarrollan en la parte izquierda, que queda pequeña para las grandes masas que actúan. La escenografía se nueve a la vista del público sobre el final dejando ver todo el espacio vacío hasta el fondo del escenario. Para Cartago, Tcherniakov nos presenta una sala del centro médico con mucha luz blanca y la típica impersonalidad de esos lugares.
Adecuado a los fines de la puesta el vestuario de Elena Zaitseva, así como las luces de Gleb Filshtinsky y los vídeos realizados por Tieni Burkhalter.
Philippe Jordan fue preciso en su marcación al mando de la Orquesta Estable de la Ópera Nacional de París que tuvo un rendimiento notable, un sonido magnífico y un lucimiento pleno.
El Coro, que dirige José Luis Basso, tuvo una prestación de primerísimo nivel en una partitura extensa, difícil y complicada. Todo parece fuir con naturalidad en este colectivo de artistas, hasta cuando la puesta en escena los hace realizar movimientos infantiles como saludar con globos típicos de cumpleaños o participar en la absurda fiesta en el Centro de Rehabilitación en el que se convirtió a Cartago. Nunca un desbalance ni el grito ni la falta de cohesión; una verdadera noche te triunfo para el Coro y su director, por su alta calidad sonora.
De los roles de mediana extensión se destacaron Christian Helmer (Panthée) y Thomas Dear (le fantôme d’Hector). Un lujo contar con Paata Burchuladze y Véronique Gens para los pequeños papeles de Priam y Hécube. Correcto Bror Magnus Tødenes como el marinero troyano Hylas.
Cyrille Dubois, una de las más interesantes voces de tenor lírico-ligero de la actualidad en Francia se destacó como Iopas, por su bella emisión, potentes agudos y su perfecto estilo francés en la exquisita canción pastoril a la diosa Ceres del cuarto acto.
Los roles de mayor implicancia argumental y más compromiso vocal fueron servidos por la seguridad y compenetración de Michèle Losier (Ascagne), la excelencia vocal de Christian Van Horn (Narbal), la perfecta emisión y la notable línea de canto de Stéphane Degout (Chorèbe), y por el canto brillante de la mezzosoprano Aude Extrémo (Anna).
La mezzosoprano francesa Stéphanie d’Oustrac fue una Cassandre de conmovedores acentos. Quizás falta algo de volumen pero lo suple con entrega escénica, perfecta intencionalidad en el decir sin ningún desborde y registro amplio.
A pesar de la falta de grandeza escénica impuesta por Tcherniakov al rol de Didon -quizás el más perjudicado por las ideas del director ruso- Ekaterina Semenchuk logró brillar y conmover en cada una de sus intervenciones. Registro homogéneo y amplio, proyección perfecta, gran compenetración actoral y psicológica fueron las marcas registradas de su prestación.
Tomando su actuación en conjunto y considerando la marcación actoral impuesta por el director escénico el Eneas de Brando Jovanovich no defraudó. Notable su calidad vocal, su proyección y su entrega. No se lo notó forzado o fatigado en el final de la extensa partitura y a su favor es importante señalar que Eneas es un rol que pocos artistas tienen en su repertorio.
Ajustado y preciso en resto del elenco.
foto Vincent Pontet / Opera de Paris
Ópera Nacional de París Bastille.Héctor Berlioz: Les Troyens. Ópera en dos partes (La prise de Troye y Les Troyens a Carthage) y cinco actos. Libreto de Hector Berlioz, basado en 'La Eneida' de Virgilio. Dmitri Tcherniakov, dirección escénica y escenografía. Elena Zaitseva, vestuario. Gleb Filshtinsky, iluminación. Tieni Burkhalter, vídeo. Brandon Jovanovich (Énée), Stéphanie d’Oustrac (Cassandre), Ekaterina Semenchuk (Didon), Aude Extrémo (Anna), Stéphane Degout (Chorèbe), Christian Van Horn (Narbal), Cyrille Dubois (Iopas), Michèle Losier (Ascagne), Bror Magnus Tødenes (Hylas), Christian Helmer (Panthée), Paata Burchuladze (Priam), .Véronique Gens (Hécube), Thomas Dear (le fantôme d’Hector), Jean-Luc Ballestra (un capitaine grec), Tomislav Lavoie (un soldat), JeanFrançois Marras (Helenus), Sophie Claisse (Polyxène), Bernard Arrieta (Mercure y Prêtre de Pluton). Orquesta y Coro Estable de la Opéra National de París. Director del Coro: José Luis Basso. Dirección Musical: Philippe Jordan.