La virtù delle voci
di Lorena J. Rosas
Anche senza stelle, la Houston Symphony propone un Fidelio semiscenico che soddisfa pienamente nel cast vocale. Sul podio Andrés Orozco-Estrada sigilla così brillantemente il suo ciclo beethoveniano biennale.
HOUSTON, 2 aprile 2017 - La Houston Symphony ha offerto un'edizione semiscenica di Fidelio di Beethoven, a conclusione di un ciclo completo dedicato al compositore che si è sviluppato nell'arco di due anni, sotto la guida del direttore principale Andrés Orozco-Estrada. Il maestro colombiano solo pochi giorni prima era salito sul podio per la Sesta e la Settima sinfonia e ha scelto l'unica opera del compositore tedesco per chiudere il percorso.
La Jones Hall non offre alcuna possibilità di allestimento scenico, ma con alcune modifiche - come una passerella di fronte al pubblico alle spalle del direttore o pedane sul fondo a racchiudere l'orchestra in una sorta di buca teatrale - oltre a ben studiati effetti di luce e a un po' di recitazione, si è creata un'atmosfera più operistica e teatrale, per così dire. Il concerto si è avvalso dell'apporto solido e partecipe dello Houston Symphony Chorus, diretto anche teatralmente da Tara Faircloth. Azione e movimenti degli artisti hanno dato fluidità all'opera e vitalizzato la serata, benché qualche eccesso non abbia giovato a comunicare i concetti profondi e i valori umani del testo. Allo stesso modo, si sono omessi i dialoghi in tedesco, con la premessa che questi "rendono difficile la comprensione dell'opera per il pubblico", e sono stati sostituiti dalla lettura di citazioni di figure come: Gandhi, Nelson Mandela etc. Questi erano affidati a Phylicia Rashad, originaria della stessa città, meglio nota per le sue apparizioni televisive e cinematografiche.
Alla fine, la musica e il canto hanno parlato da sé, grazie anche a un cast vocale affidabile ed espressivo. Il ruolo di Leonore è stato incarnato dal soprano inglese Rebecca Von Lipinksi, che eccelle con la sua vocalità chiara e limpida, commuovente, ben proiettata, lucente, benché un poco limitata nella sua partecipazione emotiva a causa dell'impostazione registica. Il tenore statunitense Russell Thomas, Florestan, ha esibito una voce piena, uniforme e un sicuro dominio della partitura. Artista cresciuto in maniera significativa e molto apprezzato sulle scene nordamericane si è distinto per intensità e timbro gradevole. Lauren Snouffer come Marzelline e Joshua Dennis come Jaquino hanno tratto profitto dai loro personaggi fin dal duetto iniziale, preoccupandosi di farne più di semplici figure secondarie. Nathan Stark è un basso di qualità interessanti che si è destreggiato adeguatamente nel ruolo di Rocco, Il sinistro Pizarro si è letteralmente personificato in Alfred Walker, un vero basso baritono che gli ha conferito malizia in virtù sia della sua voce scura e potente, sia della sua recitazione. Andrew Foster-Williams ha completato il cast con il suo breve intervento quale Don Fernando.
Riflettendo sul complessivo eisto vocale di questa serata, si può concludere che non sono necessari sempre grandi nomi e stelle, ma occorre un lavoro serio nella scelta del cast, per scovare voci e artisti adeguati, ovunque si trovino, e sicuramente l'amministrazione artistica della Houston Symphony in tal senso assolve perfettamente al suo compito.
Sotto la direzione di Andrés Orozco-Estrada, la Houston Symphony ha offerto, anche negli ottoni in bell'evidenza, un suono omogeneo, pulito, pieno di energia e di entusiasmo impressi da una bacchetta attentissima ai dettagli, all'equilibrio, chiara nelle linee.
Foto:Anthony Rathbun
La virtud de las voces
por Lorena J. Rosas
Aún sin estrellas, la Sinfónica de Houston ofrece una versión semi-escénica de Fidelio en la que sobresale el reparto. El maestro Andrés Orozco-Estrada cerra asì brillantemente su ciclo Beethoven.
HOUSTON, 2 aprile 2017 - La Sinfónica de Houston (Houston Symphony) ofreció en versión semi-escénica de Fidelio de Beethoven, concluyendo así el ciclo completo de obras de este compositor, que fueron ejecutadas a lo largo de dos años, bajo la conducción de su titular Andrés Orozco-Estrada. El maestro colombiano había ofrecido apenas unos días antes de estas representaciones las sinfónicas 6 y 7, y eligió para cerrar el ciclo la única ópera del compositor alemán.
La sala de conciertos Jones Hall carece de toda posibilidad de hacer un montaje escénico, pero la ayuda de algunas modificaciones al escenario, como una pasarela frente al público, a espaldas del director, o tarimas realzadas al fondo del escenario, dejando a la orquesta en una especie de foso de teatro, aunado a brillantes efectos de iluminación y un poco de actuación, se creó un ambiente más “operístico y teatral”, por llamarlo así, aunque el resultado de hacer una ópera estrictamente en puede ser igual o más efectiva. El concierto contó con la presencia del sólido y comprometido Coro de la Sinfónica (o Houston Symphony Chorus) y la dirección actoral le fue encomendada a la directora Tara Faircloth. La actuación y movimientos de los artistas dieron fluidez a la obra e hicieron la velada entretenida, pero la sobreactuación difícilmente transmitió las profundas creencias y valores humanos que contiene la trama como la libertad y la lealtad marital. De igual manera se omitieron los diálogos en alemán, bajo la premisa que “ello dificulta la compresión de la obra para el público” y fueron sustituidos por la lectura de citas de personajes como: Gandhi, Nelson Mandela etc. De ello se encargó la artista Phylicia Rashad, originaria de esta ciudad, mejor conocida por sus apariciones en televisión y cine.
Finalmente, fue la música y el canto lo que habló por sí mismo, ya que vocalmente el elenco se mostró solido y comprometido. El papel de Leonora fue encarnado por la soprano inglesa Rebecca Von Lipinksi, quien sobresalió con su clara y límpida vocalidad, conmovedora, de buena proyección y brío, aunque se le vio un poco restringida en su expresividad a causa de las ideas actorales. El tenor estadounidense Rusell Thomas, hizo gala de una voz plena de uniformidad y dominio de la partitura. Un artista que ha tenido un importante crecimiento y que es muy apreciado en los escenarios norteamericanos, que regaló intensidad y grato color de timbre. Lauren Snouffer como Marzelline y Joshua Dennis como Jaquino, sacaron provecho a sus personajes, desde su dueto inicial, y se preocuparon por ofrecer más que solo cumplir en papeles secundarios. Nathan Stark es un bajo de interesantes cualidades, que tuvo un desempeño correcto en el papel de Rocco. El siniestro Don Pizarro, fue personificado literalmente así por Alfred Walker, un efectivo bajo barítono que dotó de malicia al papel con solidez y profundidad en su voz oscura y potente, y en su actuación. Andrew Foster-Williams cumplió con su breve intervención como Don Fernando.
Reflexionando mas en el desempeño vocal de esta velada, se puede concluir que el éxito vocal de cualquier ópera y obra vocal, no depende solo de contratar nombres o estrellas, sino de hacer un trabajo serio de casting, de encontrar las voces y artistas adecuadas, donde quiera que estos se encuentren, y en ese sentido la administración artística de la orquesta cumple con cabalmente con su tarea.
Bajo la batuta de Andrés Orozco-Estrada, la Sinfónica de Houston ofreció un sonido homogéneo, pulido y cargada de la energía y el entusiasmo que le imprime su conductor. Muy atento al detalle, y al balance, muy bien en sus líneas, aunque los metales se lucieron.
Foto:Anthony Rathbun